Si. Ya he llegado a los XXX. Se me hace raro. Lo cierto es que no me veo con ellos. Casi me sigo viendo a mi mismo más como un jovenzuelo. Me resulta extraño hacerme mayor y ser consciente de que la vida va pasando. Le digo a la gente que estoy en la crisis de los XXX y se rien de mi. Pero es verdad. No hace mucho me di cuenta de que la vida tiene sus limitaciones. Estoy haciendome a la idea de esto.
Los años pasan y hay muchas ilusiones que parecen que no se van a concretar nunca, y en mi comienza a instalarse idea de que quizás haya de ser así y lo más razonable sea resignarme a ello. Los días no dan para todo y las obligaciones que tengo dentro no me permiten abrazar la locura que a veces me tienta. O tal vez sean simplemente los miedos a lo desconocido, al fracaso o a la realidad. A veces es mejor vivir pensando en lo que soñabas que querías hacer. Es más cómodo. Corres menos riesgos y además parece que no dependía de ti el haberlo alcanzado. Tiro balones fuera.
Pero como decía, la vida va pasando y los sinsabores se hacen más patentes y me siento más vulnerable a la hora de conservar mis amores y mis seguridades. Es posible que esto sea la madurez. No lo creo. Debe de ser otra cosa diferente. Esto son solo miedos y temblequeras ante lo que veo que pasa a mi alrededor. El dolor está ahí y hay que saber que tarde o temprano llegará, al igual que las despedidas y los desengaños. No es bueno seguir engañandose. A mi las tres equis ya no me dejan. Será que estoy abandonando la juventud.
Y así me planto ante un cumpleaños que no se como celebrar porque algo dentro de mi no me deja. Supongo que me cuesta aceptar todo esto y trato de rebelarme ante algo que no me gusta y que me duele pero que a la vez creo que es verdad y que es mejor que lo comprenda e integre cuanto antes. Será que le doy demasiadas vueltas.
Y ante la resignación, supongo que por puro instinto de supervivencia afloran en mi muchas cosas buenas vividas, disfrutadas y amadas para decirme que no todo es tan malo. Que he vivido experiencias muy bellas y que eso no tiene porque terminar. Tanta gente ha pasado por mi vida. Tanta gente buena y querida a la que le debo tanto que no me es lícito no reconocerselo. Tantos abrazos y miradas. Tantos paseos y carreras. Tantos vinos, cocacolas y cervezas. Los viajes como no. Francia, Argentina, Italia, Perú, Galicia, Reus, Madrid, Salamanca, Merida, Cadiz... No puedo con todos. Ay menudo año en Salamanca. Los de Madrid inolvidables. Mi infancia en Reinosa, la casa de mis abuelos. Como no el ENCUENTRO que me salvó la vida. Los años locos del instituto. Los libros y los discos. El anillo. Los abrazos otra vez y las playas y las casas en las que he vivido. Cuantas cosas buenas que he disfrutado, que me han enseñado y que me han traido hasta aquí. Siempre de la mano. Siempre sintiendome protegido. Y quedan muchas más que son las que me cuesta descifrar e imaginar pero que tienen que llegar aunque a mi me parezca imposible como en su día me parecían imposibles tantas otras.
¿Y que quieres que te haga? Que pueda ver... y tocar y sentir y acariciar y correr y cantar y saborear. Que pueda ayudar y crear. Que pueda abrazar y querer. Que sepa educar y amar. Que pueda conocer, descubrir, explorar, encontrar. Que sepa perdonar. Que aprenda a olvidar y a recordar. Quiero agradecer. Quiero hablar y escuchar. Quiero entender, acompañar y consolar. Quiero jugar y descansar. Quiero VIVIR.
domingo, 25 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)