El paso de los años nos llevó a esto. La energía era escasa y las fuentes que la producían más aún. La crisis del 19 provocó que los estados dejasen de suministrar electricidad y agua a las familias porque era necesario abastecer de estos bienes a las industrias.
Gracias a un grupo de investigadores se descubrió un sistema por el cual se podía obtener electricidad en los hogares particulares con recursos elementales. Fue todo un hito para nuestra sociedad. Cada uno podía fabricar la electricidad que necesitase para su consumo. Era muy simple. A través de una serie de calderas que se abastecían de verduras, cereales, carnes y demás productos alimenticios, se conseguía una reacción que activaba unas turbinas y generaban corriente eléctrica. De esta forma cada familia quedaba con todas sus necesidades energéticas cubiertas. Podían ver la televisión de manera ilimitada, escuchar música en todo momento, mantener los ordenadores encendidos sin interrupción, utilizar el horno como calefacción y el frigorífico como refrigerador de ambientes. Todos lucíamos un tipo estupendo exigidos por la carencia de alimentos disponibles para comer. ¡Eran necesarios para otros usos!
Así las comunidades de vecinos se convirtieron en pequeñas plantas generadoras de energía. Los más avispados hasta vendían su electricidad a las fábricas vecinas y ellos utilizaban unos rudimentarios mecanismos a base de pedales para conseguir recargar la batería del teléfono móvil.
Cambió el paisaje de nuestras ciudades, y la altura de las chimeneas y la llama que desprendían se utilizaban como medidor de la categoría ostentada por las comunidades de vecinos. El sol ya era muy difícil de ver debido a la contaminación y el cielo tenía un tono un tanto extraño. Era muy bello contemplar esas altas chimeneas alumbrando nuestras ciudades y todos disfrutábamos de esa prosperidad que tanto nos costó alcanzar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario