martes, 28 de octubre de 2008

Otra visita diferente

Durante nuestro último dia en Cuzco nos separamos. No, no, no os penseis que reñimos. Miguel y Carol estaban un poco fatigados y dijeron que querían tener un día tranquilo paseando por la ciudad. Mientras tanto, a iniciativa de Luis, Adolfo y yo nos fuimos a visitar un proyecto de una fundación que Luis conocía por referencias de una compañera de la ONG con la que el colabora. Así que allí que nos fuimos. Agarramos un taxi y nos fuimos a visitar una clinica fundada por una parroquia en un barrio, digamos, menos turístico de Cuzco. Allí la hermana Paulina nos fue presentando a diferentes intengrantes del equipo médico y nos contó un poco como funcionaba el Policlinico Parroquial Belen. Después conocimos al padre Nicanor que es el parroco y más o menos el jefe de todo aquello. De allí fuimos a hacer una visita a otro hospital al director médico del proyecto que nos habló un poco de las lineas que tenían previsto desarrollar con el proyecto.



La hermana Paulina, el padre Nicanor y Luis.

De allí regresamos al policlínico y nos fuimos de excursión con el "padre" pues quería enseñarnos algunos proyectos que estan desarrollando en diferentes comunidades campesinas. Con José, nuestro chofer, nos subimos a una camioneta un poco desartalada y nos fuimos de excursión. Salimos del valle de Cuzco y lo primero que hicimos fue parar en el mercado de una pequeña ciudad por la que pasamos pues querian llevarle a la gente a la que ibamos a visitar algo de comida.



Continuamos con el viaje mientras el padre nos iba contando experiencias que había tenido durante tantos años de pastoral. Nos salimos de la carretera principal y empezamos a transitar por diferentes pistas de tierra que nos daban a conocer un Perú diferente al que habíamos visto hasta entonces. Pueblecitos donde la gente parace mucho más mayor de lo que realmente es posiblemente envejecidos por la dureza del trabajo del campo. Los niños con la cara sucia pero la sonrisa siempre radiante. Los pies sucios pero la mirada transparente. Viendo esta nueva realidad llegamos a nuestro destino. Un pueblecito en la falda de una colina. Nos encontramos a la gente del pueblo sacando roca de la montaña para construir. Nos enseñaron el horno para hacer pan que estaban a punto de terminar, el sencillo dispensario médico con el que contaban. Conocimos a su alcaldesa. Una mujer viuda que desprendia el carisma necesario para arrastrar al resto de los vecinos a luchar por su propio desarrollo. Almorzamos con ellos sentados al borde del camino mientras nos miraban con la misma curiosidad que nosotros les mirábamos a ellos. Después de ensañarnos a despedirnos en quechua, volvimos a subir a la camioneta y continuamos el camino.

Almorzando



La alcaldesa

Después de unos cuantos coscorrones por los baches llegamos a otro pueblo donde habían creado una escuela agrícola donde enseñaban a jovenes de la comarca a trabajar la tierra, criar animales, cultivar frutales... Conocimos a su director, un chico que no creo que fuese mayor que nosotros y que al parecer era un auténtico experto en la cria de cuis.

De allí nos llevaron a comer a un pueblecito cercano y tras la comida regresamos a Cuzco. Toda una experiencia para completar nuestro viaje por aquellas tierras. A mi fue una jornada que me encantó.



Al llegar a Cuzco hicimos alguna visita cultural más y tras dar un paseo que ya tenía tintes de nostalgia pues añochecía y era nuestro último día allí nos sentamos en una terraza a decidir donde cenabamos. Allí nos asaltaron un grupo de niñas de no más de ocho años que nos querían vender sus artesanías. Mientras comprabamos nos contaron un poco desde la inocencia como era su vida, porque vendían en la calle después del colegio y el camino que les quedaba todavía hasta casa pues vivian en el barrio de los campesinos. Fueron encantadoras. Esas fotos las tiene Adolfo, que me dicen que llegó ayer de nuevo a España pero no voy a poder colgarlas de momento.

Al día siguiente ya cogimos un avión para Lima. Nuestra última parada para volver a España. Allí básicamente nos dedicamos a comer. Una buena comilona un restaurante que se llamaba el punto azul, y después de pasear nos pegamos una señora cena en uno de los mejores restaurantes de la ciudad mientras Mellizo nos contaba cosas acerca de la realidad de Perú. Pero menuda cena. A puntito estuvimos de reventar. Unas copichuelas y a la cama que al día siguiente nos esperaba un largo viaje de regreso a España.

Allí quedaron todavía Adolfo y Luis que podían disfrutar de unos días más de vacaciones y me consta que lo hicieron pero eso que os lo cuenten ellos si quieren.

Una cosa más me queda de contar pero eso será en la próxima entrega. Por demanda popular os voy a presentar a ¡¡¡¡El Gran Apoloooooo!!!!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

ES GRATO LEER Q UNA PERSONA DE OTRO PAIS ESCRIBA ACERCA DEL TRABAJO Q SE DESARROLLA EN EL POLICLINICO PARROQUIAL BELEN, DIGO ESTO POR Q YO ENTREGUE 2 ANIOS DE TRABAJO A ESTE CENTRO, Y CONOZCO DE LAS SATISFACCIONES Q SE SIENTE SERVIR A LA GENTE MAS NECESITADA, SI NECESITA SABER ALGO O CONOCER UN POCO MAS MI MAIL ES vianter@hotmail.com